16/3/18. REPORTAJE OBRAS DE MEJORA DE LOS MARGENES DE LA CONTRAPARADA
16/3/18. REPORTAJE OBRAS DE MEJORA DE LOS MARGENES DE LA CONTRAPARADA

Bastaba escuchar el discurrir del agua para saber que ahí, debajo de una auténtica jungla de cañas y arbustos, se encontraba la auténtica Contraparada, la que dio nombre más tarde a todo el complejo hidráulico desde donde parten las dos principales acequias que riegan la huerta: Aljufía por el norte y Barreras por el sur, a las que se suma la de Churra la Nueva. Pero había que limpiar una década de abandono. Y lo mismo sucedía con el no menos histórico muro de Luzón.

El proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Murcia, a través de la Concejalía de Huerta, que dirige Antonio Navarro, ya permite diferenciar las partes que componen lo que popularmente se conoce como Contraparada. Sin embargo, la infraestructura está formada por los denominados Azud Nuevo, Azud Viejo, muro de Luzón y Contraparada. Los dos primeros constituyen lo que actualmente se denomina Contraparada, mientras que el muro de Luzón es una presa enterrada y la auténtica Contraparada es el gallardo de la acequia de Aljufía.

Respecto al muro de Luzón, sus orígenes los sitúan algunos autores en la Murcia árabe del siglo X, aunque el nombre lo recibe del ingeniero Melchor de Luzón, “quien levantó una robusta presa de más de 120 varas del longitud, exactamente 102,8 metros”, apunta Luis A. García Blánquez, arquitecto de Arqueotec responsable del proyecto junto a Consuelo Martínez. Pero, ¿por qué se levantó ese muro?

Riada de San Calixto
La riada de San Calixto (octubre de 1651) arrasó el llamado Soto de las Aneas, “abriendo un portillo por donde escapaba el río sin control”, continúa García Blánquez. Entonces se levantó una presa, que pronto daría signos de debilidad hasta que colapsó. La solución la aportó Melchor de Luzón, duplicando la anchura de la presa principal y convirtiéndola “en una de las mayores de España”.

En los últimos meses, los trabajos se han centrado en limpiar ese enorme muro que, además, ha sido sepultado por lodos durante décadas. Y no ha sido tarea fácil, puesto que la vegetación no se ha arrancado para no afectar a la presa construida con argamasa de cal y piedra. Pese a ello, en total se han llenado hasta cuarenta enormes contenedores. Además, todo el conjunto ha sido fotografiado antes y durante las tareas de limpieza, lo que ha aportado no pocos datos acerca del estado de la infraestructura. Una vez que los expertos han retirado toda la vegetación, ahora es posible admirar los sistemas de apoyo que servían como contrafuertes al muro, entre ellos una enorme zapata de planta cuadrangular conocida, precisamente, como el “zapatón”.

Tanto el muro de Luzón como el azud principal, que en algún momento se denominó “parada”, el mismo que hoy presenta varios sillares destrozados, se vieron reforzados mientras la Contraparada funcionó como punto débil, debido a estar construida con piedras y madera que el agua arrasaba y servía como desagüe. Utilidad que perdió cuando, harto el Concejo de repararla, decidió a comienzos del siglo XIX reconstruirla de cantería. Así que levantaron una presa esférica con una compuerta mayor que, en caso de riada, servía de aliviadero. Años más tarde, por las deficiencias del sistema, se instalaron cuatro tubos de palastro, con válvulas accionadas por volantes. Todo este mecanismo, hoy inutilizado, es el que los trabajos municipales han permitido recuperar.

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA