Carmen Conde en La Murta y Valladolises

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Durante la II República Española, la mejora del nivel educativo, cultural y social de la población rural fue un objetivo, no sólo para la construcción de la democracia sino también para la justicia social. El establecimiento de una escuela laica, pública, gratuita y unificada debía ir acompañado de una política contra el analfabetismo de la población española, en su gran parte campesina.

En este contexto surgieron las Misiones Pedagógicas, creadas por Bartolomé Cossío. Y en Cartagena se creó el Patronato de las Misiones Pedagógicas, dirigido por el matrimonio Carmen Conde y Antonio Oliver, que durante los años 1933, 1934 y 1935 efectuó acciones de educación popular en zonas rurales.

Se fijó una labor educativa sobre los ejes de La Aljorra, Albujón, Valladolises, Corvera, La Murta y Cuevas de Reyllo, y sobre El Portús, Campillo de Adentro, La Azohía, Isla Plana, Bolnuevo, La Torre de Cope y Águilas.

En La Murta la sesión de trabajo se celebró el 13 de marzo de 1935 al aire libre, con la participación del matrimonio Conde-Oliver, y que explicaron música y cantos populares. Eran Maestros Nacionales del pueblo, Antonio Pérez Cánovas y su esposa Carmen López Urrea.

En Valladolises se celebró el 19 de marzo, y allí se trasladaron los niños de la escuela de Cabecico del Rey con su maestro, José Seiquer Coll. Y los Maestros Nacionales de Valladolises eran el matrimonio formado por Francisco Pérez Cánovas y Concepción Crespo López, padres de nuestro fallecido Cronista Oficial de la Región de Murcia, Antonio Pérez Crespo.

Durante estas jornadas, que se realizaron en las escuelas y en salones de los pueblos, en horas compatibles con el trabajo campesino, se llevaron a cabo actividades culturales como charlas, proyecciones cinematográficas y de fotos, de tipo documental y cómico; también lecturas y recitaciones de obras populares, audiciones musicales comentadas, educación ciudadana, obras maestras del arte español, representaciones teatrales, el teatro del pueblo y el guiñol. Y con los niños realizaron juegos, recitales y excursiones. La Misión dejó en cada pueblo el gramófono y los discos, además de la biblioteca creada, para que el maestro continuase con la obra iniciada.

“Antonio Oliver explicó el fin que con estas Misiones se perseguía y animó al pueblo a prestar la más eficaz ayuda a la escuela y a sus maestros, para que los esfuerzos de estos no fueran estériles. Además se proyectaron películas, se escucharon algunos discos y fueron leídas magistralmente por Carmen Conde algunas de nuestras más bellas poesías”, relataba el diario del 16 de marzo de 1935.

 

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