Molino de la PólvoraDos cosas resultan inexplicables cuando se contempla el remoto Molino de la Pólvora ubicado en la pedanía de Rincón de Beniscornia. La primera es cómo la red hidráulica que lo nutría ha resistido el embate de los siglos. Y la segunda, la sorpresa porque uno de los más bellos entornos de la huerta es casi desconocido por los murcianos. Por ello y para remediarlo, el Ayuntamiento de Murcia ha puesto en marcha una iniciativa que permitirá la recuperación patrimonial del molino, pero también la paisajística y ambiental del entorno.
El proyecto del molino, cuyos restos se incluyen en una de las 12 rutas propuestas por el Consistorio para conocer la huerta, será desarrollado por la Asociación Huerta Bizarra, un colectivo formado por profesionales de diferentes disciplinas interesados en favorecer un desarrollo ambiental, económico y urbano sostenible. Los dos arquitectos murcianos directores del proyecto son Antonio Abellán y Javier Esquiva.

De momento, la empresa Arqueotec ya ha concluido un extenso informe que, de entrada, evidencia en ada una de sus decenas de páginas el gran valor del espacio a recuperar. El texto ha sido firmado por los arqueólogos Luis A. García Blánquez yConsuelo Martínez Sánchez.

El informe determina las estructuras, elementos y áreas funcionales del monumento para establecer «un perímetro justificado que garantice su protección». Sin olvidar que sus aguas sirven aún para nutrir la acequia Aljufía y a sus regantes.
El molino, también conocido como de Los Canalaos por los canales de impulsión del agua que atesora, es una antigua fábrica de pólvora datada en las primeras décadas del siglo XVIII. Los expertos creen que su uso actual, el riego, ha permitido que perdure. La infraestructura pertenece al grupo de molinos de regolfo, así llamados porque tienen un pantano aguas arriba para asegurar una dotación mínima durante el proceso de fabricación de la pólvora, la harina, el pimiento o el abatanado.

La investigación ha permitido descubrir que, además de las estructuras propias de los molinos de pólvora, también existen otras dedicadas en su tiempo a la molienda de cereales o pimiento. Una futura excavación arqueológica permitirá aclarar este extremo que, de entrada, reviste gran trascendencia histórica.

Un bello entorno
El entorno es uno de los más bellos de toda la huerta. Entre las partes sobre las que se actuará esta el regolfo o pantano ubicado a la derecha del cauce, desde el molino y hasta unos 35 metros más arriba. Los técnicos destacan que su regulación debía ser muy escrupulosa si tenemos en cuenta que, además de nutrir al molino, debía garantizar el flujo continuo en la acequia Aljufía. Para ello se abrió un canal, hoy llamado brazal del Pavón, desde la cola del pantano, por donde entraba el agua cuando los tablachos del edificio estaban bajados.

El nombre del brazal, después utilizado para riego, proviene de la ubicación en su cauce de la máquina para ‘pavonar’ la pólvora. Este proceso permitía mantener la consistencia de las bolas en las que se comercializaba tras recubrir los granos de explosivo, como también explica el estudio, con una capa compacta. Aunque del edificio que albergaba esta instalación nada queda, el Ayuntamiento ha logrado identificar su supuesta ubicación en la fotografía aérea que tomara el Julio Ruiz de Alda en 1928. El estudio municipal advierte de que, si finalmente se confirma esta identificación, todo el espacio formaría «un gran complejo fabril» de gran envergadura.

El molino cuenta con cuatro canales. Uno de ellos servía también como aliviadero y el resto impulsaba las ruedas hidraúlicas. Aún se conservan los llamados cárcavos o estructuras circulares que albergaban ruedas horizontales o rodeznos, provistas de paletas o álabes que el agua movía, produciendo un movimiento giratorio que se transmitía mediante su eje vertical a los engranajes de las muelas superiores. Los cárcavos se construyeron con ladrillos macizos. Otro de los canales identificados por Arqueotec estaba destino a girar la rueda, en este caso vertical, que accionaba los mazos para mezclar los ingredientes de la pólvora.
Se trata solo de algunos detalles de un espacio de gran trascendencia histórica y ambiental, lo que ha animado a la Concejalía de Urbanismo a impulsar también la declaración de Bien de Interés Cultural para todo el entorno.

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